El Día Mundial Sin Automóvil (DMSA) es una efeméride de índole ecológica que nos enfrenta a la necesidad de reflexionar sobre los medios de transporte que utilizamos cotidianamente, desde un nivel personal hasta el gubernamental. La fecha busca hacer conciencia en torno a este suplemento de la vida moderna que, en términos de impacto ambiental, es capaz de generar un enorme daño a la vida de nuestro planeta.

Fue originalmente una iniciativa para desincentivar el uso del automóvil, al ver que su uso a gran escala está produciendo daños en el medio ambiente. Este día se hace un llamado a los ciudadanos a dejar este medio de transporte por un día y probar nuevos medios de desplazamiento. 

Aunque la idea ya venía de años antes, fue en la década de 1990 cuando comenzó a adoptarse en algunas ciudades, se celebra el día 22 de septiembre y en algunos países varía para crear incluso semanas dedicadas al tema.

A partir de la crisis petrolera de 1973 comienzan a aparecer las primeras ideas para desincentivar el uso del automóvil y promover medios de transporte más eficientes. Sin embargo no es hasta octubre de 1994 cuando se organizan las primeras jornadas sin automóviles.

En un principio las ciudades de Reikiavik (Islandia), La Rochelle (Francia) y Bath (de Reino Unido) tomaron la iniciativa de aplicar el Día Sin Automóvil. Y como campaña a nivel nacional, el primer país en aplicarlo fue Gran Bretaña en 1997.


En el año 2000 se constituye como una iniciativa europea por la Comisión Europea. El mismo año se toma como día mundial y se implementa en Europa extendiéndose las actividades por una semana ("semana de la movilidad").

Actualmente Bogotá y Medellín (Colombia) tiene la mayor celebración del Día Mundial Sin Automóvil, estableciéndose a través de un referéndum la prohibición de circular por la ciudad de cualquier automóvil particular. En otras ciudades colombianas también se lleva a cabo esta jornada en diferentes fechas.

Como se ve, se trata de una efeméride sumamente importante, ambiciosa incluso en la medida en que va más allá del uso del automóvil y nos enfrenta a la necesidad de reflexionar sobre los medios de transporte que utilizamos cotidianamente, desde un nivel personal hasta el gubernamental.

¿Qué tanto uso mi automóvil? ¿En cuántas de esas ocasiones se trató verdaderamente de la única alternativa de transporte? ¿Con qué facilidad podría dejar de usar el auto y optar por otros transportes? ¿Qué tan eficiente es el servicio de transporte público del lugar en el que vivo? ¿Cuál es su calidad? ¿Cuál su impacto ecológico?

Preguntas que, como usualmente se dice en este tipo de efemérides, no deberían ser ocasión de un día, sino materia de un cuestionamiento sostenido.

HAY QUE HACER CONCIENCIA!!!